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Cyrano de Bergerac

Cyrano de Bergerac Director: Jean-Paul Rappeneau.
Guión: Jean-Claude Carrière y Jean-Paul Rappeneau.
Intérpretes: Gérard Depardieu, Anne Brochet, Vincent Perez, Jacques Weber.
Música: Jean-Claude Petit.
Género: Drama. Francia. 1990.
Puntuación: *****

Ganadora de 1 Oscar (Vestuario). Nominada a 4 Oscar (Película de habla no inglesa, Actor, Dirección artística, Maquillaje).
Ganadora de 10 César, entre ellos Mejor Película y Mejor Director. Nominada a 3 César.
Ganadora de multitud de premios europeos y americanos.

Argumento
Basada en la obra de teatro de Edmond Rostand. Cyrano de Bergerac (Gérard Depardieu), poeta y espadachín, hombre de pluma y espada, está enamorado de Roxane (Anne Brochet). Pero su enorme y fea nariz le cohibe hasta puntos extremos. Roxane se enamora de un mosquetero del escuadrón de Cyrano: Christian (Vincent Perez). Al enterarse, Cyrano decidirá ser la voz del poco imaginativo Christian; éste pondrá su bello rostro, Cyrano las palabras poéticas que, a través de cartas, herirán de profundo amor el corazón de Roxane.

Valoración: La imagen del bohemio
"Ese es mi vicio, me gusta provocar, adoro ese suplicio. ¿Qué quieres que haga? ¿Buscarme un protector? ¿Un amo tal vez? ¿Y como hiedra oscura que sube la pared medrando sin lira y con adulación? ¿Cambiar de camisa para obtener posición? ¡No, gracias! ¿Dedicar, si viene al caso, versos a los banqueros? ¿Convertirme en payaso? ¿Adular con vileza los cuernos de un cabestro por temor a que me lance un gesto siniestro? ¡No, gracias! ¿Desayunar cada día un sapo? ¿Tener el vientre panzón? ¿Un papo que me llegue a las rodillas con dolencias pestilentes de tanto hacer reverencias? ¡No, gracias! ¿Adular el talento de los canelos? ¿Vivir atemorizado por infames libelos y repetir sin tregua: ¡Señores, soy un loro, quiero ver mi nombre escrito en letras de oro!? ¡No, gracias! ¿Sentir terror a los anatemas? ¿Preferir las calumnias a los poemas? ¿Coleccionar medallas? ¿Urdir falacias? ¡No, gracias! ¡No, gracias! ¡No, gracias!... Pero cantar, soñar, reír, vivir, estar solo, ser libre, tener el ojo avizor, la voz que vibre, ponerme por sombrero el universo por un sí o por un no, batirme o hacer un verso; despreciar con valor la gloria y la fortuna, viajar con la imaginación a la luna, no pagar jamás por favores pretéritos, renunciar para siempre a cadenas y protocolo; posiblemente no volar muy alto, pero solo."

En tan sencillo y, a la vez, interesante párrafo que Cyrano recita tras rechazar al cardenal Richelieu como protector, se encuentra el auténtico meollo de la triste y emocionante historia de este poeta amante de la espada. Es la imagen del bohemio: la soledad, los versos, una vida sin cadenas y sin compromisos, una vida sin gloria, pero vivida hasta su última consecuencia...

En esta figura nosotros hemos de preguntarnos: ¿qué es en lo que quiero imitarle y en lo que he de evitarle? Las respuestas pueden ser múltiples, pero yo sólo daré una que a mi juicio es no sólo la más razonable, sino grata y prometedora. Desde luego que "cantar, soñar, reír, vivir o hacer un verso, viajar con la imaginación a la luna" son panoramas encantadores, pero "estar solo, renunciar para siempre a cadenas y a protocolo, posiblemente no volar muy alto, pero solo" es algo engañoso. Bien es cierto que a veces esto último se nos puede presentar como una atractiva solución a nuestros fracasos, pero no hemos de dejarnos llevar por la simple sencillez y comodidad, no en algo tan importante como nuestra vida. Las cadenas del compromiso son cadenas que nos servirán a un plazo más o menos largo a volar muy alto: "volé tan alto, tan alto, que le di a la caza alcance". Y ello no es lastre para que podamos "cantar, soñar, reír...", sino más bien acicate.

El orgullo y el perdón
Otra característica que luce en este Cyrano es el orgullo. Sus últimas palabras antes de morir hacen precisamente referencia a su orgullo intacto, a pesar de sus numerosos enemigos. El orgullo como actitud vital. Y aquí viene a unirse lo ya citado anteriormente: "posiblemente no volar muy alto, pero solo". El orgullo es algo que hemos de mantener en nuestra vida; el orgullo es algo necesario. Pero en Cyrano lo vemos expresado en su máxima potencia, algo dañino para el hombre.

Aquí entra el papel del perdón. Y, ante todo, el perdón a uno mismo, en aras a poder vivir en paz con quien hemos de vivir toda nuestra vida: con uno mismo. En Cyrano vemos a un personaje emocionante, brillante, con el que uno se puede identificar, algo que no es malo, sino bueno. No quiero con todos estos comentarios hacer pensar que Cyrano es un desgraciado: no, pero sí que le falta algo importante.

En definitiva, Cyrano es una película grandiosa, una adaptación del teatro maravillosa y una historia que merece la pena ver más de una vez, y hacerlo casi con reverencia.

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