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El Bosque

El Bosque T.o.: The Village.
Director y guionista: M.Night Shyamalan.
Intérpretes: Bryce Dallas Howard, Joaquin Phoenix, Adrien Brody, William Hurt, Sigourney Weaver, Brendan Gleeson.
Música: James Newton Howard.
Género: Drama/Suspense. EE UU. 2004.
Puntuación: ****

Nominada a 1 Oscar (Banda Sonora Original).

Argumento
Una pequeña aldea de época vive aislada del mundo. Está rodeada por un bosque en el que viven unas terribles criaturas con las que han realizado un pacto: ellos no entrarán en el bosque y las criaturas no saldrán de allí. Y en la desasosegada quietud del pueblo, una chica ciega muy viva, Ivy (Bryce Dallas Howard), se enamora del tímido Lucius (Joaquin Phoenix). Este romance les hará intentar atravesar el bosque para llegar a la ciudad: un mundo desconocido.

Valoración
Lirismo y profundidad son las piedras de toque de una película delicada y detallista. Estamos ante un cuento de hadas, una utopía, una experimentación con el ser humano ante el dolor, el sinsentido de la violencia y el engaño vital como respuesta a ambos.

El romance de Ivy y Lucius cargará la película con su trama y su amplia metáfora. Los personajes, esbozados con un talento indiscutible, esconden en sí el simbolismo que Shyamalan despliega. Así, la ceguera de la cándida Ivy nos habla tal vez de la ceguera del hombre ante los momentos de dolor –contrastando así el valor de Ivy con la engañosa cobardía del “Consejo” del pueblo–, y la timidez del joven Lucius quizá nos esté diciendo algo sobre el carácter inocente de la gente sin culpa –esos de los que huye el “Consejo”–. Y un personaje misterioso como Noah, un joven con una enfermedad que le hace ser un niño, nos susurra a gritos lo absurdo que puede llegar a ser el hombre cuando no tiene en su mente una guía para sus actos.

La cuidada ambientación nos quiere expresar que lo que tenemos ante nuestros ojos tal vez no sea muy real por ser un cuento de hadas o tal vez es la realidad camuflada en una bella metáfora. El inteligente juego cromático nos cuenta cosas muy interesantes. El “color prohibido”, el rojo, se convierte en un símbolo del dolor asfixiante; y el amarillo, el “color seguro”, tiene un significado muy especial: el mismo Van Gogh utilizó profusamente ese color cuando quería dar una sensación de normalidad; pero ¿qué normalidad puede haber en un pobre desequilibrado? ¿qué normalidad puede haber en una aldea torturada por su pasado y ahogada por su futuro? Ese “color seguro” nos hace ver la desasosegada vida de la aldea, camuflada en un simple color.
Y, por último, se encuentran diálogos de una calidad insuperable en películas contemporáneas, en especial, la lírica y bellísima escena en la que Ivy y Lucius hablan, discuten y se declaran su amor en el porche de la casa de ella.

En definitiva, una poesía en imágenes, tal vez levemente resentida por una excesiva atención a la aparición de una “criatura” al final de la película. Pero creo que al hablar de Shyamalan hablamos de un director con futuro y, sobre todo, con muchas propuestas interesantes ante el creciente vacío del cine actual.

Música
Compuesta por James Newton Howard y nominada a los Oscar. Es una delicia para los oídos, y nos mete de una forma genial en la película y, teniendo en cuenta que la protagonista es ciega, nos intenta decir con emotivas melodías lo que Ivy no puede ver. Usa el solo de violín (Hillary Hahn), sorprendiendo gratamente. Una unión entre música e imágenes que maravilla, y en algunas escenas roza la perfección.

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