El Manantial
T.o.: The Fountainhead
Director: King Vidor.
Guionista: Ayn Rand.
Intérpretes: Gary Cooper, Patricia Neal, Raymond Massey, Robert Douglas.
Música: Max Steiner.
Género: Drama/Biopic. EE UU. 1949.
Puntuación: ****
Argumento
Howard Roark (Gary Cooper es un arquitecto que presenta proyectos novedosos, tanto que todos le recomendarán que deje esos proyectos y dé al público lo que quiere. Roark se mantiene firme en su postura, ya que defiende la personalidad frente a la masa y cree en el arte por el arte. En todo esto, entrará en juego una crítica de arquitectura (Patricia Neal) que desprecia lo que está al uso, y que comenzará a admirar a Roark, al que más tarde amará. El director de un periódico importante (Raymond Massey) intentará manipular a la masa para que odie a este nuevo talento. Entre los tres se establecerá una relación un tanto curiosa.
Valoración: el individuo y la masa
Howard Roark es un artista, pero no sólo eso, también un hombre íntegro, de una sola pieza. ¿Egoísta? ¿Orgulloso? Tiene claro lo que quiere, y eso le lleva a no abandonar su camino a pesar de las dificultades, a veces enormes. Exalta de esta manera el individuo frente a la masa, aunque tal vez haya que matizar este aspecto.
La visión que se nos da en la película del individualismo puede llegar casi al absurdo ante la desmedida exageración en el orgullo de los personajes. Lo que realmente acabamos pensando es que se lleva a los personajes a circunstancias extremas, que verdaderamente no existen. Pero independientemente de esto, creo que es interesante la reflexión ante la manipulación mediática y la capacidad de un hombre para aguantar esas tormentas con entereza.
En nuestra sociedad es realmente curioso cómo el individualismo que nos invade es brutal; pero sin embargo, al observar a nuestro alrededor, vemos que esos hombres, esas mujeres, que creen ser el culmen del individualismo, seres sinceramente libres, no lo son. Más bien al contrario: la gran mayoría de la gente piensa igual, hace lo mismo. Es cruelmente irónico cómo el individualismo de nuestra época se ha convertido en un "individualismo igualitario y uniforme", donde una nota discordante, un hombre o una mujer realmente valiosos, diferentes al resto, son despreciados como un "elemento no apto".
La vida está llena de ironías...
Director: King Vidor.
Guionista: Ayn Rand.
Intérpretes: Gary Cooper, Patricia Neal, Raymond Massey, Robert Douglas.
Música: Max Steiner.
Género: Drama/Biopic. EE UU. 1949.
Puntuación: ****
Argumento
Howard Roark (Gary Cooper es un arquitecto que presenta proyectos novedosos, tanto que todos le recomendarán que deje esos proyectos y dé al público lo que quiere. Roark se mantiene firme en su postura, ya que defiende la personalidad frente a la masa y cree en el arte por el arte. En todo esto, entrará en juego una crítica de arquitectura (Patricia Neal) que desprecia lo que está al uso, y que comenzará a admirar a Roark, al que más tarde amará. El director de un periódico importante (Raymond Massey) intentará manipular a la masa para que odie a este nuevo talento. Entre los tres se establecerá una relación un tanto curiosa.
Valoración: el individuo y la masa
Howard Roark es un artista, pero no sólo eso, también un hombre íntegro, de una sola pieza. ¿Egoísta? ¿Orgulloso? Tiene claro lo que quiere, y eso le lleva a no abandonar su camino a pesar de las dificultades, a veces enormes. Exalta de esta manera el individuo frente a la masa, aunque tal vez haya que matizar este aspecto.
La visión que se nos da en la película del individualismo puede llegar casi al absurdo ante la desmedida exageración en el orgullo de los personajes. Lo que realmente acabamos pensando es que se lleva a los personajes a circunstancias extremas, que verdaderamente no existen. Pero independientemente de esto, creo que es interesante la reflexión ante la manipulación mediática y la capacidad de un hombre para aguantar esas tormentas con entereza.
En nuestra sociedad es realmente curioso cómo el individualismo que nos invade es brutal; pero sin embargo, al observar a nuestro alrededor, vemos que esos hombres, esas mujeres, que creen ser el culmen del individualismo, seres sinceramente libres, no lo son. Más bien al contrario: la gran mayoría de la gente piensa igual, hace lo mismo. Es cruelmente irónico cómo el individualismo de nuestra época se ha convertido en un "individualismo igualitario y uniforme", donde una nota discordante, un hombre o una mujer realmente valiosos, diferentes al resto, son despreciados como un "elemento no apto".
La vida está llena de ironías...
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